domingo, 1 de noviembre de 2009

"Lukas lo dibujó, Gómez Rovira lo retrata".


SANTIAGO
El diario La Nación publicó, el sábado 31 de octubre, una reseña sobre el libro "Valparaíso Gráfico", de Rodrigo Gómez Rovira, editado por Midia. La reseña lleva la firma del columnista Artemio Etchegoyen.


A Valparaíso, Raúl Ruiz lo filmó en las calles de Funchal, Madeira, para “Las tres coronas del marinero”. Era el mítico Valparaíso de los desterrados, o uno que existe en la imaginación libresca o pelicular. No está mal. Al puerto real lo desenmascara en fotografías, aquí, Rodrigo Gómez Rovira: este libro continúa aquel otro hit editorial dedicado a la iconografía de Santiago capital.

Un único texto de Gilberto Villarroel, traducido al inglés y al francés, acompaña las fotos. Vemos naves en la bahía de este “Valle del Paraíso”, rostros en la calle, señoras que fatigan las veredas o sujetan el mundo terremoteado con una escoba, ángulos de los cerros, rincones de los ascensores célebres y empinados. Perros en tropel. Oficiales de la Marina. Esténciles y graffiti celebrando un burdel que no sabemos si es “real”. Otro hubo que fue famoso, el de los Siete Espejos, que Villarroel no deja de evocar cuando enumera los tantos Valparaísos existentes y simultáneos: “Hay un Valparaíso dark, ferozmente bohemio, de barrios chinos, casas de puta[s], con o sin 7
espejos (…)”. Éstos se trizaron.

El Puerto Principal fue una perla en la costa del Pacífico. ¿Qué es hoy? Altos muros verdes de corrugada lata metálica, dice una foto. Pasillos interiores de antiguas casas. Recuerdos, además: “Hay un Valparaíso de héroes porfiados,como Arturo Prat, que estando con fiebre se levanta de la cama, una noche de mayo de 1875, atraviesa la bahía en un pequeño bote durante un temporal, se lanza al mar y nada entre las olas para subir a bordo de la corbeta ‘Esmeralda’, donde, amarrado a un mástil, dirige las maniobras para evitar que se hunda (…)”. El canto de las sirenas de la Historia era todavía destemplado.

Prat se preservó, como Ulises, pero para morir en bronce arengador unos años más tarde, en la rada de Iquique, porompompón. Chapeau.

Lukas lo dibujó, Gómez Rovira lo retrata: la fotografía también es una máscara, pero no lo divulguen. “Valparaíso gráfico” es suculento en imágenes, cuya denominación es misteriosa: ¿qué calle es ésa, qué caserón es aquél?

“Hay un Valparaíso pobre, de película neorrealista italiana, repleto de niños flacuchentos, gatos sucios y oxidados tejados de zinc”. Apoyantes del Wanderers se apoyan en una mesa: beben un licor inefable y, tal vez, tan bamboleado como los barcos que llegan con otros paisajes tatuados en la cara de sus marineros. Ahora descubrirán el paisaje de carne y hueso de un puerto donde una vez, hace harto más de medio siglo, mi abuela oyó a un navegante afroamericano bramar: “I need a woman!”. Valparaíso es Chile.


FOTOGRAFÍA: Rodrigo Gómez Rovira.

VALPARAÍSO GRÁFICO
Rodrigo Gómez Rovira
Midia, 2009
198 páginas

A la venta en las principales librerías.

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